miércoles, 3 de septiembre de 2008

DESPRECIO DEL HISTORIADOR CHILENO VILLALOBOS HACIA LA NACION MAPUCHE .






Los comentarios de Villalobos son dolorosos por su insensibilidad. Reflejan la existencia de un tipo de sociedad que quisiéramos ver erradicada: la de la intolerancia.


El historiador Sergio Villalobos declaró que en Chile "indígenas puros propiamente no existen". Dice que existen "agrupaciones mestizas que se formaron sobre las antiguas etnias" y que los actuales descendientes, aparte de colaborar en su dominación, son responsables de haber entregado las tierras ancestrales, que cambiaban por alcohol y que hoy rige respecto de ellas el concepto de propiedad privada.

Con reiterada frecuencia, la prensa conservadora atiza la estrategia de contraponer los derechos indígenas ancestrales con una teoría discriminatoria y racista, de la cual Villalobos o Gonzalo Vial o editorialistas de estos medios dominantes son exponentes. Una sociedad democrática, que camina hacia la idea de una sociedad tolerante, inclusiva y no discriminatoria, no puede sino observar con preocupación que estos conceptos vertidos por el historiador no sólo son injustos, amén de equivocados, sino que despiertan una natural indignación.

La sociedad chilena tiene un fuerte componente mestizo que supera a la población indígena. Pero los indígenas puros no han desaparecido, por mucho que hubo intentos genocidas, en especial bajo gobiernos conservadores y dictaduras militares, y están en muchas comunidades originarias del campo e incluso de las ciudades. La prueba radica en la conformación familiar, la herencia cultural y genética de las familias indígenas, tema que no requiere mayor argumentación. Lo preocupante de estas declaraciones es que esa forma de referirse a nuestros pueblos indígenas revive un permanente interés dominante y conservador de evadir un tema de fondo: Chile es un país racista, intolerante, discriminativo y excluyente para nuestros indígenas. Ha costado muchas décadas abrir caminos al reconocimiento de una deuda histórica, lo que se logró en parte en abril de 2004 con el Informe Presidencial de Verdad y Nuevo Trato.

¿Ignora Villalobos que la pacificación de la Araucanía implicó que el Estado invadió las tierras indígenas y contra la voluntad de nuestros pueblos las declaró "tierras fiscales" porque asumió que no tenían dueños o eran terrenos baldíos? ¿Ignora que muchas de las actuales haciendas o grandes territorios usurpados de este modo a los indígenas chilenos implicó su exilio interno, su desarraigo cultural, la pobreza y la marginalidad que durante décadas han dominado la relación entre indígenas y chilenos? Denuncia que existen agitadores, amparados por antropólogos y entidades que abren camino a la delincuencia y a un supuesto terrorismo, pero nada dice sobre los hechos de inseguridad que afectan a los indígenas, por la acción de terceros que invaden sus tierras, acosan a sus dirigentes, atemorizan a las comunidades e incitan a la violencia. ¿Tiene resuelto Villalobos el origen de los actos delictuales ocurridos en Vilcún y alrededores?

A lo menos, debiéramos pensar en la responsabilidad de grupos interesados en evitar que los derechos indígenas se instalen con justicia y conforme al derecho. Se hace indispensable desnudar a quienes forman estos grupos y a quienes los amparan.

En Chile los gobiernos de la Concertación han realizado importantes esfuerzos para reconocer los derechos de nuestros pueblos indígenas. Lo ha hecho también Naciones Unidas con la declaración universal aprobada en septiembre pasado. Lo ha planteado la Iglesia y cabe recordar que todos los candidatos presidenciales desde 1999 a la fecha -sin excepción- han comprometido su voluntad para abrir caminos a este reconocimiento. Los indígenas constituimos una diversidad de pueblos que existíamos desde antes de la instalación del Estado independiente. Los derechos fueron subyugados y el patrimonio confiscado de muchas maneras. A los indígenas la sociedad los escondió, los redujo y los invisibilizó. Sobrevivieron solamente por la fuerza de su cosmovisión y la transmisión oral de nuestro lonkos, lamgen y caciques. En algunos momentos recuperaron parte de sus derechos. En otros, como en la dictadura, mediante un decreto ignominioso, se les quiso borrar del léxico político y jurídico. La dictadura dijo en 1978 que en Chile no existían indígenas.

Los comentarios de Villalobos son dolorosos por su insensibilidad. Sus palabras reflejan la existencia de un tipo de sociedad que quisiéramos ver erradicada: la de la intolerancia. Nos conforta, sin embargo, el que la voluntad presidencial es sólida en cuanto a cautelar que antes de 2010 Chile habrá cumplido parte fundamental de sus compromisos con los valores y derechos de nuestros indígenas.


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GENTILEZA : LA NACION

FOTO : EDITOR V.I.P. EXTREMO POR LA VIDA

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